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20 de diciembre del 2018
Los tiempos modernos han acabo con la siesta de antaño. El peso de los horarios continuos, la falta de lugares adecuados y, sobre todo, la mala imagen que da dormir (peor aún, en el lugar de trabajo) son los responsables. Pese a ello, el cuerpo pide descanso y no hay nada de holgazán en dárse lo que el sueño fragmentado produce más agotamiento y estrés
Según un estudio del departamento de Higiene y Epidemiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Atenas, las personas que tomaban una siesta al menos tres veces por semana tenían 37% menos de posibilidades de sufrir un ataque al corazón
La NASA ha sido una de las primeras organizaciones en estudiar el potencial de las siestas para mejorar la productividad de los astronautas. El resultado más llamativo que obtuvieron fue que el rendimiento de la memoria de trabajo se benefició con los descansos a media jornada
Otras bondades
«Durante el sueño, los conocimientos se fijan en el disco duro de la memoria, el neocórtex, y se desecha aquella información que no necesitas guardar», manifiesta Pablo Zumaeta, neurólogo de la Clínica Ricardo Palma. Los recuerdos recientes se consolidan como recuerdos a largo plazo en este proceso la siesta -aunque no lo creas- también estimula el sistema inmunológico. De acuerdo con la Fundación Nacional del Sueño, mientras duermes el cuerpo produce un tipo de proteína que ataca la infección y la inflamación, creando una respuesta inmune
¿Cuál es el momento apropiado para tomar una siesta? ¿Cuánto debe durar? ¿Qué condiciones debe cumplir para que ser reparadora?
Toma nota:
Dr. Pablo Zumaeta
Neurología de la Clínica Ricardo Palma